Un regalo precioso
Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa.
Mat 26:6-7
Al leer estas palabras,
me detuve a pensar e inevitablemente, me tuve que hacer la pregunta, “¿Qué Le
he dado al Señor que sea de gran precio, que sea un sacrificio?” Dice el verso que
el perfume que Le derramó la mujer sobre Su cabeza era de gran precio, de gran
valor y peso. ¿Qué tengo yo de gran precio que pueda ofrecerle a mi Señor y
Salvador?
La Biblia nos
exhorta, nos manda a que nos examinemos para ver si estamos en la fe. Después,
tenemos que examinar los frutos de nuestra vida para ver si son de gran precio
para poder ofrecerlos al Señor Jesucristo.
Tenemos que ser
honestas delante de Dios. No estamos para estar aparentando ser una buena
persona, y no estamos hablando de hacer obras para ser salvos o para mantener
la salvación. Es imposible ganar la salvación con buenas obras y mucho menos, tratar
de mantener la salvación. Que quede la cosa clara. La salvación es “el regalo
de Dios” según leemos en Efesios 2:8 y 9. “Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para
que nadie se gloríe”. Este regalo que nos dio el Señor fue estando nosotros
muertos en nuestros delitos y pecados. Solo hay que mirar el verso 1 para
comprobarlo. Espiritualmente, no hay cosa alguna que puedas hacer para ganar,
merecer o mantener la salvación. Jesucristo hizo la obra por ti y por mí. Por
favor, descansa y disfruta de esa promesa.
Y seguimos…
¿Qué tengo yo, qué
tienes tú para ofrecerle a nuestro Señor y Salvador? No vengamos delante de Su Presencia
con heno, grama seca, hojarasca las cuales serán quemadas. ¡NO!
Piensa conmigo. ¿Talentos? ¿Tiempo? ¿Ayuda en el ministerio de la iglesia? ¿Oraciones? ¿Alabanzas y cánticos? ¿Compartir el Evangelio de la salvación por gracia, gratis a través de Cristo Jesús? ¿Ofrendas? Todo eso. Tú también tienes algo para ofrecerle al Señor. Hagamos algo ahora. Hoy para el Rey de Reyes y Señor de Señores. Él se lo merece.
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