sábado, 11 de diciembre de 2021

Oh Jehová, Tú me conoces

Oh Jehová, Tú me has examinado y conocido.
Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;
Has entendido desde lejos mis pensamientos.
Salmo 139:1-2

¡Qué bueno que Dios conoce todo sobre nosotros! Nuestras acciones a través del día, nuestras preocupaciones, alegrías y tristezas. En el Nuevo Testamento, dice que echemos nuestras cargas sobro Él porque Él tiene cuidado de nosotros.

Eso sí, que solo se refiere a la persona que ha reconocido que ha pecado contra Dios, que está bajo la condena de Dios por ser pecador, que se ha arrepentido de sus pecados, y le ha pedido a Jesucristo que le perdone, creyendo que Cristo pagó por todos sus pecados.

Nuestro Dios nos conoce, todo, todo sobre nosotros. Por eso podemos confiar en Él.
Podemos estar realmente agradecidos con Nuestro Gran Dios y Salvador.



domingo, 24 de octubre de 2021

Pensando en el Pasar del Tiempo

¡Cómo pasa el tiempo! Las horas, aveces lentas, y los días también.Y, sin embargo, el tiempo avanza, inclemente, inesperadamente y pronto volamos. 

¿Volamos? Esperando la venida del Señor Jesucristo, y cuando Él venga, el que es El Deseo de las Naciones, Él nos llevará a nuestra morada celestial, al Cielo. Con Él. El que dio Su Vida por la nuestra. El Que derramó Su Sangre en sacrificio vivo para pagar por nuestros pecados, nuestras ofensas, nuestras rebeliones. Porque sí que somos rebeldes al no tener en cuenta a El Creador en nuestras vidas, en los meros detalles. Tener en cuenta a Él, que con tanta atención a los detalles, diseñó los cielos y la tierra, las plantas y los animales, y para culminar, al hombre a Su Imagen. ¡Qué maravilla que Dios creara al hombre a Su Semejanza con tanto cuidado en los detalles! Las manos, los pies, la espalda, los ojos y el cerebro... 

Con ese cuidado por los detalles más mínimos, ¿no debemos nosotros tener a Dios y a Su Voluntad en cuenta para nuestras vidas en los detalles más mínimos también?

Ocupaos, dijo. Sí, nos ocupamos con quehaceres, con las noticias, con el trabajo y con la familia. Nos ocupamos en nuestras casas y con nuestros afanes y en las relaciones con los demás. Nos ocupamos en nuestros propios pensamientos y deseos. Y en todo esto, ¿dónde está Dios? Luego, nos quejamos, sea en voz alta o en lo íntimo del corazón, donde creemos que nadie se da cuenta, donde vivimos, a veces, una vida callada y ajena a los demás, y sin embargo, en lo más íntimo del pensamiento, del ser, ahí está nuestro Salvador, esperando ser invitado, esperando que nos acerquemos a Él con corazón limpio y sincero, esperando a que tomemos el tiempo para disfrutar de Su Compañía y Consuelo. Y, entonces, entonces, el pasar del tiempo no sería tan incierto, tan lamentable.

Ocupaos, dijo. ¿En qué? preguntas. En conocerlo. Conocer al que nos salvó por Su Gran Amor.

Aprended de Mí, que Soy Manso y Humilde de corazón.

¿Cómo vamos a conocerle y aprender de Él si no pasamos tiempo en Su Palabra?

Ocupaos, dijo.

Id por todo el mundo y haced discípulos.

Para hacer discípulos, hay que haber estudiado la Palabra del Autor y Maestro por excelencia. Y no es solo saber la Palabra de Dios, sino es conocerlo a Él. 

Volvemos a lo mismo.

Conocer a Cristo es pasar tiempo con Él.






jueves, 9 de septiembre de 2021

En estos tiempos, en esta época... ¡No desmayes!

Miramos la situación mundial con esta pandemia con un origen tan controversial. Miramos la situación económica, el alza en los precios, las cantidades limitadas, la variedad limitada. Miramos nuestras libertades de movimiento disminuyendo... Y pensamos, «¿Qué está sucediendo? ¡Estamos en unos momentos históricos como nunca antes!»

Es cierto que son unos tiempos como nunca, tiempos con mucha maldad, tiempos con avances científicos increíbles y emocionantes, pero también pensaba la gente lo mismo en el tiempo de la Primera Guerra Mundial, en la Segunda Guerra Mundial con las dos bombas nucleares, y ahora, con todo tan acelerado y, la sociedad corrompiéndose más y más, estamos viendo y viviendo cómo se comporta la humanidad sin Dios.

Piensen en la estatua que vio el Rey Nabucodonosor en el libro de Daniel capítulo dos. Comenzó con oro y terminó con lodo. Y estamos viendo lo que es vivir en el lodo. No todo es lodo porque Dios siempre se reserva un remanente, los que siguen fieles al Señor Dios Todopoderoso. Nuestro Dios ha planeado el final, la venida de Nuestro Señor Jesucristo.

Y, ¿cuál debe ser nuestra respuesta ante todo lo que está sucediendo en nuestro alrededor, en nuestras familias y en nuestro mundo?

No desmayar. Seguir sirviendo al Señor Jesucristo, el Único y Verdadero Dios.


Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 

Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 

no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 

2Co 4:16-18 



domingo, 21 de marzo de 2021

Una mujer llamada Dámaris

 

Una mujer llamada Dámaris

Act 17:34  Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.

 

¿Quién era Dámaris?

Se dice muy poco de ella en la Biblia. Solo hay un versículo con su nombre. Solo dice que creyó junto con algunos atenienses. Aunque no sepamos prácticamente nada acerca de ella, sí sabemos en qué época y bajo qué circunstancias vivió.

En su segundo viaje misionero, el Apóstol Pablo se encontraba en Atenas, la gran ciudad griega, lugar de los poetas y escritores antiguos, la ciudad con más de treinta mil estatuas de dioses falsos. Como solía hacer, Pablo entró a la sinagoga y predicó y también predicaba al aire libre en la plaza todos los días. Ahora bien, a la gente de Atenas le gustaba hablar y discutir acerca de dioses, filosofías e ideas nuevas. Era su pasatiempo favorito.

Había dos grupos principales de filósofos: los epicúreos, que creían en buscar la felicidad con los más exagerados de ellos, en satisfacer sus deseos, y el grupo de los estoicos, que creían en suprimir las pasiones humanas y en no sentir dolor. Entre toda esta mezcla de idolatría e ideas humanas, entró Pablo a traer el Evangelio de Cristo.

Estos dos grupos de filósofos, amadores de ideas, invitaron a Pablo a exponer su doctrina “nueva”, como creían ellos. Ellos pensaron que iban a escuchar una exposición acerca de un dios nuevo. Sin embargo, fueron confrontados con el Verdadero Dios, el Creador del Universo, El que llena todo, el Único que no puede ser semejante a dioses de oro y piedra.

Y como vemos en los versos 30 y 31:

Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;

por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.

El Único y Verdadero Dios, ahora manda a todo hombre y mujer que se arrepienta por cuanto viene el día del juicio. Ante esta confrontación, dentro de este ambiente de idolatría, el capítulo 17 termina con la noticia de que unas cuantas personas le dieron la espalda a sus creencias idólatras, se fueron en contra de su cultura y herencia, y creyeron en el Señor Jesucristo: Dionisio el areopagita, y una mujer llamada Dámaris.

Todo lo que ella había creído anteriormente se vino a derrumbar. Todo lo que ella y su familia vivían y celebraban con los demás familiares, vecinos y amigos vino a parar en nada ante la seguridad que le ofreció la resurrección de Jesucristo de los muertos. Contra viento y marea, contra todo el pasado y el futuro, Dámaris vino a creer en Jesucristo. 

¿Cómo habrá cambiado su vida después?