Una mujer llamada Dámaris
Act 17:34 Mas algunos creyeron,
juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer
llamada Dámaris, y otros con ellos.
¿Quién era Dámaris?
Se dice muy poco de ella en la Biblia. Solo hay un versículo con su
nombre. Solo dice que creyó junto con algunos atenienses. Aunque no sepamos
prácticamente nada acerca de ella, sí sabemos en qué época y bajo qué circunstancias
vivió.
En su segundo viaje misionero, el Apóstol Pablo se encontraba en Atenas,
la gran ciudad griega, lugar de los poetas y escritores antiguos, la ciudad con
más de treinta mil estatuas de dioses falsos. Como solía hacer, Pablo entró a
la sinagoga y predicó y también predicaba al aire libre en la plaza todos los
días. Ahora bien, a la gente de Atenas le gustaba hablar y discutir acerca de dioses,
filosofías e ideas nuevas. Era su pasatiempo favorito.
Había dos grupos principales de filósofos: los epicúreos, que creían en buscar
la felicidad con los más exagerados de ellos, en satisfacer sus deseos, y el
grupo de los estoicos, que creían en suprimir las pasiones humanas y en no
sentir dolor. Entre toda esta mezcla de idolatría e ideas humanas, entró Pablo
a traer el Evangelio de Cristo.
Estos dos grupos de filósofos, amadores de ideas, invitaron a Pablo a
exponer su doctrina “nueva”, como creían ellos. Ellos pensaron que iban a
escuchar una exposición acerca de un dios nuevo. Sin embargo, fueron
confrontados con el Verdadero Dios, el Creador del Universo, El que llena todo,
el Único que no puede ser semejante a dioses de oro y piedra.
Y como vemos en los versos 30 y 31:
Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de
esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;
por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al
mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con
haberle levantado de los muertos.
El Único y Verdadero Dios, ahora manda a todo hombre y mujer que se arrepienta por cuanto viene el día del juicio. Ante esta confrontación, dentro de este
ambiente de idolatría, el capítulo 17 termina con la noticia de que unas cuantas
personas le dieron la espalda a sus creencias idólatras, se fueron en contra de
su cultura y herencia, y creyeron en el Señor Jesucristo: Dionisio el areopagita,
y una mujer llamada Dámaris.
Todo lo que ella había creído anteriormente se vino a derrumbar. Todo lo que ella y su familia vivían y celebraban con los demás familiares, vecinos y amigos vino a parar en nada ante la seguridad que le ofreció la resurrección de Jesucristo de los muertos. Contra viento y marea, contra todo el pasado y el futuro, Dámaris vino a creer en Jesucristo.
¿Cómo habrá cambiado su vida
después?
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