sábado, 14 de julio de 2012

Salmo 34:7


Tenía miedo.  

Muy pocas veces había estado sola, por completo, en casa.  Mi esposo había salido ese día en su carro rumbo a Honduras, desde Carolina del Norte.  Si todo salía como planeado, llegaría a Honduras en unos siete días o tal vez más, porque descansaría en casa de mi hermana antes de llegar a Texas y después en Monterrey en casa de una hermana.  Y él había estado en el hospital hacía unos meses con su primera crisis de salud.  Llegué del trabajo a una casa vacía, sin mi mejor amigo, mi esposo, mi único y verdadero amor…Hice mis quehaceres, le di comida al perrito afuera y cayó la tarde…A ver las noticias, recoger unas cositas y a la cama.

…Y tenía miedo.  

Canté un ratito.  Dios mora en medio de la alabanza.  Así dice en los Salmos.

Y oré.  Señor, Tú sabes que tengo miedo.  Necesito que me ayudes.  Yo quiero tener fe en Ti.  Yo voy a confiar en Ti.  Tú sabes cómo me siento.  El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.  Defiéndeme, Señor.  Yo te temo y en Ti confío.  Gracias, Señor.

Dije otras cosas en esa oración pidiéndole a Dios por mi esposo, pero no recuerdo todo.  Solo recuerdo haber derramado mi alma entre lágrimas en esos momentos.  Y Él me oyó y me consoló.


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El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen,
Y los defiende.
 
                        Salmo 34:7

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