Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y
les dijo: Negociad entre tanto que vengo. Lucas 19:13
Tenía que mantenerme ocupada.
Mirando el verso de la Biblia, la palabra “negociad”
significa, estar ocupado, hacer negocio, tratos. Una buena amiga me dijo, “Mantente
ocupada”. ¿Por qué?
Los primeros
días, semanas y meses después de que mi esposo se fue con el Señor Jesucristo, yo
lloraba mucho. Especialmente esos primeros días, estaba atónita de que esto me estuviera
sucediendo. Hora tras hora, minuto tras minuto, ahí estuve junto a mi esposo,
esperando lo inevitable, que mi amado dejara este mundo, esta vida, para irse
con el Señor Jesucristo. Que me estaba dejando a mí atrás.
Podía mirar mil veces el reloj y sólo habían pasado
unos segundos o tal vez, un minuto, dos. El tiempo pasaba lentamente y pasaba
rápidamente. Oraba. Cantaba. Le hablaba a José Edgardo entre lágrimas. Tuve
varias oportunidades de compartir el Evangelio a la gente a mi alrededor.
Aunque estaba sufriendo el dolor más fuerte de mi vida, aprovechaba para dar
testimonio de la salvación por la gracia en el Señor Jesucristo.
Le di las gracias al doctor y a las enfermeras. Llamé
a unas pocas personas. Una amiga con su esposo y su hijo vinieron a llevarme a
casa. Esta vez sí que estaba la casa vacía. Ausencia permanente. Sin embargo,
la gracia de Dios estaba en mi vida. El Señor me dio la fuerza que jamás podría
yo tener durante la espera difícil y en las horas que siguieron. Yo quería
quedarme en casa llorando el resto de mi vida. Imposible. No quería ver a nadie
ni hacer nada y a la vez, tenía miedo de estar sola. Sin la compañía de mi
esposo, mi mejor amigo, mi compañero en risas y bromas, ¿cómo podría seguir? Esto
no me estaba funcionando. ¡Mientras más lloraba, lloraba más! Tuve que obedecer
la Palabra de Dios. No solo de lágrimas vivirá esta mujer viuda.
Por fin. Solaz. En mi Salvador encontré lo que
necesitaba. En mi soledad, a pesar del dolor, mi Salvador me salvó de mí misma.
Y cantaba. Cantaba y todavía canto alabanzas, escuchaba y todavía escucho
música Cristiana tradicional, conservadora, que anima, amonesta y consuela.
Escuché capítulo tras capítulo de la Biblia, la Palabra de Vida, especialmente,
los Salmos. Derramé mi alma y corazón delante de mi Señor y Salvador.
Cuando podía, compartía el Evangelio con tratados y
con palabras. Sigo en la brega, porque la lucha, la carrera será hasta que yo
vaya con mi Padre Celestial o que el Señor Jesucristo venga por Su pueblo para
llevarnos con Él.
Hay esperanza, hay consuelo, hay solaz y gozo en la
presencia de Nuestro Señor Jesucristo. Hay gozo al hacer la voluntad de nuestro
Dios.
Negociad, Ocupaos, dijo. Desde el jardín del Edén
hasta entrar a la vida externa, si tú y yo hacemos lo que nuestro Salvador nos
manda, tendremos un propósito para vivir. Y ese propósito trae satisfacción y
gozo.
Alegría es
para el justo el hacer juicio;
Mas destrucción a los que hacen iniquidad.
Proverbios
21:15