sábado, 7 de noviembre de 2015

¿Ansiedad o agradecimiento?

¿En qué estado te encuentras? Tal vez pienses que estoy hablando del estado de tus emociones de día en día. En realidad, no. Me refiero a tu estado delante de Dios. Al reconocer Quién es Jesucristo y cuál es tu relación con Él, sabrás en qué posición estás en cuanto a la salvación de tu alma. 

¿Sientes ansiedad acerca de cómo estás delante de Dios, por si murieras hoy mismo y tuvieras que rendirle cuentas al Creador del Universo? En primer lugar, Dios es Santo, y ya que no permitirá que los pecadores entren a Su reino por sus propios esfuerzos o por hacer buenas obras, no podremos entrar al cielo.  Y todos somos pecadores porque no hay ni una sola persona que no haya mentido o pecado contra Dios de alguna manera, pero uno tiene que reconocerlo personalmente, "Yo he pecado contra Ti, Dios".

Entonces, ¿qué puedes hacer para poder tener la seguridad de que si mueres hoy, estarás con Cristo Jesús en la eternidad?

Fíjate que Dios ya tiene un plan para la salvación. Todo depende de Jesucristo. En el libro de los Colosenses capitulo uno, el apóstol Pablo explica qué ha sucedido a unos miembros de la Iglesia en esa ciudad.

...con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

Recuerda, que la salvación es posible porque es por Jesucristo, Dios en la carne. Jesús creó todo y todo depende de Él. No hay nada ni nadie a quien puedas ir y en quien puedas depender para tu salvación eterna. Fíjate en estos próximos versículos de Juan capítulo uno:

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
12 Mas a todos los que le recibieron (recibieron a Cristo), a los que creen en su nombre, les dio potestad (poder) de ser hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Ahora, ¿por qué sientes esa ansiedad, tienes esa inquietud acerca de tu posición delante de Dios? Puede ser porque estás dependiendo y confiando en ti mismo y no en Dios para tu salvación. Estás confiando en lo que puedes hacer o en quién eres, confiando en lo que has hecho en el pasado, o pensando que Dios conoce tu corazón y te permitirá estar con Él en la eternidad. Sin embargo, la Biblia no dice que por esas razones recibirás la salvación. La Palabra de Dios es la autoridad y esta autoridad ya nos ha expuesto que Jesucristo ya pagó por nuestros pecados y que nosotros, que necesitas reconocer que no puedes salvarte tú mismo, que eres incapaz de merecerte la salvación, la vida eterna, y que necesitas pedirle perdón a Dios y aceptar a Jesucristo como tu ÚNICO Y SUFICIENTE SALVADOR. 

En el versículo 20, dice:
 
       y por medio de Él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.


¿Te fijaste que dice que Jesucristo hizo la paz mediante la sangre que Él derramó en la cruz? En el libro de Efesios, capítulo dos versículos 8 y 9, dice lo siguiente:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
no por obras, para que nadie se gloríe.


¿Te fijas que es un regalo, es un don? Es un regalo. ¿Quieres recibir ese regalo de la salvación que Dios te ofrece? Es por la gracia de Dios, o sea aunque no lo merezcamos, aunque no te lo merezcas, Dios te ama y te ofrece el regalo de la salvación. ¿Aceptarás el regalo de la salvación? No creas que puedas depender de ti mismo o de tu relación con tu Iglesia o de sus reglas y costumbres, por más antiguas y tradicionales que sean, para ganarte la salvación eterna. Es un regalo.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),  Efesios capítulo 2, versículos 4 y 5.









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