sábado, 28 de julio de 2012

Dios, ¡dame sabiduría!


Siéntate un momentito, hermanita, y vamos a conversar.  ¿Cómo quieres tu café?
 
Hermana, ser sabia es sumamente necesario para ti y para mí.  Siendo sierva del Señor Jesucristo, tenemos que estar preparadas espiritualmente para las batallas a nuestro alrededor.  No queremos ser insensatas.  Fíjate en Proverbios 2: 1-9 un momentito para que veas el proceso.

 

Hijo mío, si recibieres mis palabras,
Y mis mandamientos guardares dentro de ti,

Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;
Si inclinares tu corazón a la prudencia, 

Si clamares a la inteligencia,
Y a la prudencia dieres tu voz; 

Si como a la plata la buscares,
Y la escudriñares como a tesoros, 

Entonces entenderás el temor de Jehová,
Y hallarás el conocimiento de Dios. 
 Porque Jehová da la sabiduría,
Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.


Cuando una persona tiene una relación personal con Cristo Jesús, no solo de salvación sino el de pasar tiempo con Él en oración y en Su Palabra, meditando, memorizando y aplicando los principios de la Palabra de Dios en su vida, esa persona se vuelve sabia.  Fíjate que desde el primer versículo está mostrando que la adquisición de la sabiduría es condicional.  Si cumples con ciertos requisitos, entonces serás sabio porque muestras que estás dispuesta a ir en pos de la meta.  Si buscas ser sabia, necesitas ser humilde.  Tienes que inclinar tu oído, como dice en los versículos dos y tres.   

Fíjate que es DIOS El que da la sabiduría y por eso es que es necesario una relación estrecha con Él.  Hermana, ¿estás dispuesta a pasar ese tiempo con el Señor?  Tal vez pienses, No tengo tiempo.  ¿Cómo?  Pero, tienes tiempo para pasar frente al televisor o platicando con tus amigas, o aún frente a la computadora…o chateando en tu teléfono.  ¿No querías ser sabia?
Sí, amiga, tienes tiempo para buscar el rostro del Señor.  Hazlo.  Toma tiempo por la mañanita o por la noche antes de acostarte, pero toma el tiempo.   

Verás cómo cambia tu relación no solo con Dios, tu Señor y Salvador, sino también con tu esposo, tus hijos, tus amistades y desarrollarás una carga más fuerte para ganar las almas perdidas para el Señor Jesucristo.

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